¿Qué es la cultura de la cancelación?
Nuestra naturaleza social como seres humanos es la que nos impulsa a organizarnos en grupos y comunidades, ya que sólo con el apoyo de los nuestros podemos sobrevivir en un mundo hostil. Si bien hemos evolucionado como especie en muchos sentidos, esa necesidad de pertenencia sigue intacta. Es por este motivo que, de manera más o menos consciente, todos buscamos evitar el rechazo social, pues representa una de las experiencias más dolorosas que puede sufrir un individuo.
El rechazo a los individuos que cometen actos alejados de la norma del grupo es algo que existe desde nuestros inicios. Sin embargo, en la era de las redes sociales el destierro social multiplica su efecto exponencialmente. La tendencia cada vez mayor a juzgar a las personas por actos concretos ha recibido hasta un nombre: hablamos de la cultura de la cancelación.
El concepto “cancelación” es en realidad un neologismo cuyo origen se encuentra en la cultura estadounidense. En este país el verbo “to cancel” implica anular/suspender/neutralizar. Así, la cultura de la cancelación se podría definir como la retirada de apoyo a personajes públicos o empresas por decir o hacer algo que se considera ofensivo o reprobable. Esto conduce al boicot de su actividad profesional o artística como represalia por haber llevado a cabo acciones o comentarios socialmente inapropiados.
Como es de esperar, las redes han potenciado esta cultura debido a que facilitan la comunicación. Los usuarios pueden difundir informaciones a la velocidad de la luz, de manera que una persona puede ver seriamente perjudicada su vida personal y profesional de la noche a la mañana.
Lo cierto es que esta tendencia no está exenta de polémica, contando con defensores y detractores a partes iguales. Quienes se posicionan a favor de la cancelación sostienen que esta puede ser una forma de señalar comportamientos inadmisibles en la sociedad, combatiendo así situaciones de discriminación y favoreciendo a aquellos grupos más vulnerables y minoritarios. Así, se entiende que cancelar a un personaje que ha hecho algo inaceptable es una forma de empoderar a quienes ven mermados sus derechos. En definitiva, cancelar a quienes manifiestan opiniones o acciones reprobables se presenta como un requisito para construir una sociedad inclusiva e igualitaria.
Por el lado más negativo, los detractores señalan que la cultura de la cancelación puede ser un arma de doble filo. Buscando ser una herramienta de empoderamiento, esta puede convertirse en una tendencia injusta que juzga o ataca demasiado rápido a las personas, especialmente cuando sus creencias y opiniones son impopulares. En lugar de conducir a una sociedad mejor, quienes desaprueban esta cultura consideran que puede poner en peligro la libertad de expresión, fomentando la censura y mermando la diversidad de opiniones.
Se considera que, de esta forma, puede reducir el pensamiento crítico de los ciudadanos, imponiendo un único punto de vista sin posibilidad de debate. Como vemos, la cultura de la cancelación tiene dos caras. Aunque puede tener intenciones positivas, dependiendo de cómo se aplique puede llevar a destruir la vida de ciertas personas a veces de forma injusta o desmedida.